No basta cacareo diplomático ni el silencio cómplice como el de la dictadora Dina Boluarte.
Los que invadieron territorio indígena en Norteamérica y a punta de genocidio se posesionaron allí, hoy expulsan a ciudadanos de otros países como delincuentes.
Tan difícil es prohibir que los ciudadanos de EEUU viajen también a nuestros países mientras imperialista Trump siga estas deportaciones antihumanas.
Es hora de que exista una respuesta latinoamericana y del Caribe.





