La historia siempre o la mayoría de las veces nos ha sido contada por los vencedores, y hemos tenido pocas oportunidades de interpretar o analizar los hechos, ello puede deberse a la falta de oportunidades de información por múltiples razones entre las que destacan la desatención a los procesos histórico, el escaso tiempo, la falta de medios económicos o simplemente la mentalidad de esclavo encallecida en nosotros.
El 4 de noviembre recordamos el grito de Tinta dado por el Inca Tupac Amaru, que si bien es cierto no fue el primer grito antiimperialista y anticolonial si podemos decir que fue el único que puso en jaque y en peligro a la corona española.
Boleslao Lewin en su libro Tupac Amaru T.I pág. 419 recoge las palabras del noble y estadista español, favorito de Carlos IV Manuel Godoy:
Nadie ignora cuanto se halló cerca de ser perdida por los años 1,781 a 1,782 todo el virreinato del Perú y una parte del de La Plata, cuando alzó el estandarte de la insurrección el famoso Condorcanqui más conocido como GTupac Amaru…
José Gabriel perdió momentáneamente y fue cruelmente ajusticiado junto con su esposa Micaela, su hijo Hipólito y sus principales capitanes generales, pero no murió ese 18 de mayo de 1,781 él pasó a la historia y a vivir en nuestros corazones.
Consideramos indispensable reconocer a José Gabriel como el pionero de la Unidad Continental; de los derechos humanos y de los pueblos; de los derechos laborales; de los derechos de la mujer; defensor y abanderado de la cultura andina; y pionero del primer frente político.
La situación que vive el pueblo peruano, con cierto maquillaje, es la misma a la que se enfrentó José Gabriel en el siglo XVIII. Seguimos siendo un país exportador de materias primas, la agricultura ha venido a menos y la oficialidad del país pregona la extracción de minerales como desarrollo del país. No importa la contaminación ni las precarias condiciones de trabajo minero, la cosa es exportar porque así lo quiere y determina el imperio del capital financiero.
José Gabriel en Lima, donde cogió las tercianas (Paludismo) estuvo dos años reclamando su título de Inca y alegando contra el trabajo forzado en minas, obrajes y agro. El visitador Areche no le dio respuesta y, desestimada la vía administrativa, regresó al Qosqo a seguir preparando la gran revolución.
La unidad tawantinsuyana fue parte de sus propósitos. Los españoles nos dividieron creando los virreinatos de Rio de la Plata y Nueva granada, aparte de la Capitanía general de Chile y de Venezuela. José Gabriel lucha por lograr la unidad del Abya Yala, su ejemplo ha seguido y, hoy, nos empeñamos por lograr la integración de la patria grande con el Alba o Unasur, claro está que los nuevos encomenderos tratan de liquidar nuestros intentos.
La Unidad para vencer fue otro de sus puntos de vista, por eso llamó a constituir un frente político con todos los que estuvieran en contra de la colonia creada por el rey de España. En un inicio la idea cundió y se integraron muchos, pero poco a poco, conforme el proceso revolucionario avanzó las defecciones no se hicieron esperar, pues los tupacamaristas al liberar a los obrajeros, mineros, trabajadores del campo y a los esclavos afectaron sus intereses personales obligándolos a volver al redil español.
En la lucha revolucionaria tupacamarista la mujer, de acuerdo a su capacidad, ocupó el lugar que le corresponde. Muestra de ello y de la paridad con el varón es que Micaela, Cecilia y Tomasa participan del consejo de guerra, conducen ejércitos, ejercen el papel de juezas y controladoras de los territorios liberados.
José Gabriel actuó guiado por la cosmovisión andina, para él los principios del colectivismo y reciprocidad marcan el accionar de la revolución, por eso es imprescindible que conozcamos de cosmovisión andina para entender la lucha de liberación que emprendió José Gabriel en el siglo XVIII





