El último jueves 19 antes de que se encendiera la pradera, cuando el ambiente era pacífico y los marchantes se encontraban atrapados en el Centro de Lima – todo estaba enrejado. Hasta que la policía empezó a disparar algunas bombas lacrimógenas, en vano, pudo arreglarse de otra manera.
De pronto, entre el cruce de Cusco y Abancay, veo que entre más de 10 policías cogían malamente a un —al parecer— adolescente y para subirlo a una camioneta. La gente empezó a pitear por el maltrato, lo subieron horrible y lo aplastaron en el piso de la tolva; fácil se le ha quebrado algún hueso, así de violento fue.
indignante
Hasta ese momento pensaba ¡qué terrible habrá hecho el joven para que lo traten así! No obstante, algo me hizo cambiar de opinión:
Mientras el chibolo estaba aplastado por tantos policías encima, que con las justas se distinguía su rostro, yo como periodista E IDENTIFICADO CON UN GRAN CARNÉ DE PRENSA, le pregunto su nombre y uno de los policías, que lo tenía aplastado con la rodilla, con su brazo, con su mano, con la cadera y con todo su peso; cuando le pedí su nombre, ese policía, le tapó la boca al joven para que no responda. El sometido logró balbucear pero fue incomprensible.
Indignado yo ante tal violación de los derechos, me quedo reclamando —en voz alta— por el abuso. Pasó otro policía con algunas piedras (para justificar la detención) y las mostró, los que estaban allí les dijeron que no mienta.
Y como yo estoy grabando todo y pidiendo explicaciones, otro policía me tenía en la mira con la bomba lacrimógena en la mano y, sin asco, frente a mí —a unos 3 o 4 mts— me disparó la bomba. Sentí una quemazón en la pierna y me envolvió por completo el gas, trato de escapar del gas asfixiante, pero por el dolor, la asfixia y casi sin visión por el ardor en los ojos que me caigo.
La cámara se puso en blanco, supongo por el gas, pero no dejo de grabar. Con ayuda de una persona me reincorporo. El dolor en mi pierna y la adrenalina del momento me tenían un poco entumido. No hice nada al respecto porque recién empezaba la jornada y las bombas y gritos de la marcha iban in crescendo. Tenía que cubrir.
Más tarde y por el dolor, aún seguía en la marcha, me reviso la pierna y tenía sangre a 2 cm de una fractura antigua, donde tuve osteomielitis y celulitis; debo cuidarme esa pierna, una infección al hueso tan fuerte como la que tuve, si me hiero allí puedo tener problemas graves. Felizmente tuve varios testigos que vieron mi pierna in situ que me tomaron fotos a la pierna.

Reflexión
Si no cometí ningún delito ni falta y me disparan y siendo periodista ¿tengo derecho a dudar del porqué de la detención brutal de ese joven? La cuestión es que, de mi caso, ya hablé con una abogada penalista, también ya lo sabe otra Dra. De la CNDH. Veremos qué pasa.
.
Nota: Dijeron que las bombas lacrimógenas no pueden causar incendios. La cuestión es que donde me cayó la bomba en mi buzo, al parecer, ha dejado una quemadura. ¿Si hizo eso con mi buzo, qué hará en una habitación de quincha y papeles?
La culpa no lo tiene la policía, salvo malas individualidades, ni el pueblo. La culpa la tienen malos y corruptos gobernantes que mientras se dan su festín nos tienen peleando a la policía y militares contra el pueblo que juraron defender.
Las marchas pacíficas las vuelven violentas.





