Pero, como toda la pequeña burguesía, que está desesperada- ante 5 millones de nuevos pobres monetarios que pueden seguir alguna aventura palaciega similar al del Profesor Pedro Castillo, pese a su fracaso como gobernante-, se ilusiona con una salida jurídico electoral para oponerse a ese modelo, aunque desde dentro, sin tocar las bases del neoliberalismo ya que para el recién desde el régimen de PPK hizo crisis el modelo por la contradicción de la heredera del criminal Fujimori con PPK.
Zegarra plantea una salida electoral con una coalición de izquierda, de centro y de centro derecha, para que apuntale un nuevo modelo económico.
Y que esto no implica una nueva constitución, con lo cual sale al frente de otros ilusionistas que creen también que el pueblo debe embarcarse en el camino constituyentero, cuando este tampoco ha resuelto crisis alguna ni en el país u otros lugares.
Y difícilmente habrá un nuevo modelo económico sin ajustar cuentas con el neoliberalismo en lo jurídico, lo político y lo económico en simultaneo puesto que hoy el tribunal CIADI y los TLC ajustados a la carta de 1993 nos dejaran sin caja hasta para emprender industrialización o una agroindustria moderna con los productores andinos y amazónicos.
Tampoco la derecha y el fascismo permitirán alguna viabilidad, como lo hicieron con el Presidente Pedro Castillo.
Lo cierto es que solo restaurando la constitución de 1979 se puede apuntalar un nuevo modelo económico, que no descanse en la economía de mercado a ultranza que se implanto aquí, desde el golpe de estado fujimontesinista del 5 de abril de 1992, sino con la que esta prevee: la economía social de mercado, puente necesario para una economía independiente y nacional.
Y así si enfrentamos al neoliberalismo en esos 3 planos.
Es que la constitución de 1979 permite una firme independencia de poderes y una economía realmente popular- y no la mercachiflada economía popular de mercado del falso mariateguismo perulIbrista- , y no seguir con lo que ha diseñado el fascismo parlamentario hoy en día, con su reestructuración del Estado sin constitución nueva ni constituyente y con continuidad de la salvaje economía de mercado, bajo la conducción de los herederos golpistas del 5 de abril de 1992, cuyos antecesores no han podido convertir al país en un tigre andino y solo seguimos siendo un país semicolonial y semifeudal.
La restauración de la constitución de 2979 permite, además, un ajuste de cuentas con los golpistas y el capitalismo pirata o capitalismo de amiguetes- crony capitalism (1)- a quienes hay que confiscarles todo para resarcir a la republica por todos los daños hechos desde el 5-4-92 a hoy, conforme permite la constitución de 1979.
Y si así la derecha, el fascismo, las FFAA y FFPP se oponen, deberá abrirse la guerra civil para restaurar dicha constitución.
Hay que prepararse para ello.
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Notas
- En: «Trump no es neoliberal». Deusto, 2017.





